La migración mundial y europea(...continuación)
La mayor parte de las migraciones son de carácter económico pues se trata de hombres y mujeres en busca de mejores condiciones materiales de vida o de un empleo que sus mercados nacionales no les ofrecen; en los países de destino, ellos complementan –y no sustituyen– a la gran mayoría de los trabajadores nativos, lo que mejora los rendimientos de la economía receptora (Awad, 2008: 22). Son jóvenes mujeres y hombres activos de entre 15 y 44 años (la etapa más productiva), con una escolaridad creciente superior a los 10 grados e incluyen a un alto porcentaje de profesionistas, como lo veremos más adelante. Aunque la atención especial está en la migración hacia Europa, en particular, hacia España por ser el país que mayor número de migrantes latinos ha recibido en los últimos años.
En el caso europeo es importante tener en cuenta que, desde principios del siglo xx, la población de ese continente y de la mayoría de los países desarrollados está envejeciendo, debido a cambios en su estructura poblacional: fecundidad, nupcialidad y mortalidad, que afectan radicalmente las dimensiones de la fuerza de trabajo activa. Aunque se ha impulsado una serie de políticas para enfrentar el problema del envejecimiento de la población con todo tipo de incentivos a la natalidad, como guarderías gratuitas, reducción de jornada retribuida, reducción de impuestos o pagos mensuales por hijo (Ruis, 2007: 113), estas acciones no han sido suficientes para estabilizar la población activa en relación con la jubilada, por lo que la inmigración se coloca como la única opción real para moderar el problema de la oferta de trabajo en el corto, mediano y largo plazos.
Hasta 2007, cuando concluyó el auge económico, los países desarrollados habían estado aprovechando la proporción creciente de la fuerza de trabajo desempleada en los países pobres de América Latina. La crisis hizo más lento este proceso y, ante esta situación, la política migratoria de la Unión Europea (ue) se concentró fundamentalmente en el establecimiento de medidas de control de las inmigraciones mediante la vigilancia de las fronteras para evitar la vulnerabilidad del espacio de Schengen (acuerdo de unificación europea), presionando a los socios para que lleven a cabo un control más efectivo de sus territorios. Se enfocan, de manera particular, en las fronteras de españoles, portugueses e italianos porque, según afirman los dirigentes europeos, son las más porosas de la Unión Europea, dado su contigüidad con algunas de las regiones expulsoras de emigrantes más importantes del mundo.
Los flujos de fuerza de trabajo de Latinoamérica hacia Europa están muy ligados al hundimiento de los países pobres que cambió la dirección de los flujos humanos. Este continente, por siglos receptor de inmigrantes, fue convertido en región de emigrantes a partir de la década de 1980, periodo en que la región disminuyó su ritmo de crecimiento en relación con sus niveles de posguerra.
A comienzos del siglo xxi, América Latina se transformó en la principal región de migrantes en el mundo, debido a su alta tasa de desempleo (en un año de alto crecimiento como fue 2007, la cifra se elevó a 7.8%) (cepal, 2006: 14), los jóvenes y las mujeres son los más afectados por el paro y quienes tienen mayor movilidad. Frente a este panorama, no es extraño que los países latinoamericanos sean los que mayor número de migrantes aporta al mercado mundial. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal), en 2006 los principales países exportadores de fuerza de trabajo fueron México, Brasil, El Salvador, República Dominicana y Jamaica (cepal, 2006: 14). Por su parte, en 2007 el principal receptor de los flujos latinoamericanos y que ejerce mayor atracción para la migración juvenil fue Estados Unidos, con 23% de mexicanos, 15% de salvadoreños y 11% de dominicanos (oit, 2007: 25). De un total estimado de 21 millones de migrantes latinoamericanos, en el 2000, se pasó a 25 millones, en 2005. Esta cantidad equivale a 12% del total de 200 millones de migrantes a lo largo del mundo, 3% de la población global (Gainza, 2006: 1; Morales y Peris, 2006: 106).
Un cambio importante en los flujos migratorios fue que una proporción creciente se empezó a dirigir a Europa, por lo que ahora representa 13% de la corriente mundial (cepal, 2006: 13-14, 19). Los principales receptores son España, Francia y Portugal (Gallardo, 2008: 38), en donde predominan las mujeres provenientes de algunos países de Centroamérica y América del Sur (casi 60% de los migrantes).
Particularmente, se dirigen a España debido a que existe una demanda sin precedentes de mano de obra femenina para el servicio doméstico, el cuidado de los ancianos, diversos servicios y otros sectores.