Su obra inicial (...continuación)
Años después, haciendo un balance de este evento, Trotsky recordaría: “En el Tercer Congreso de la Internacional Comunista (1921), los ultraizquierdistas de entonces (Bujarin, Zinoviev y Radek, Thaelmann, Thelheimer, Pepper, Bela Kun y otros), pronosticaron que el capitalismo no volvería a conocer una reanimación industrial porque había entrado en su periodo final (¿el “tercero”?) que se desarrollaría sobre la base de una crisis permanente hasta que se hiciera la revolución. En el Congreso se produjo una gran polémica en torno a esta cuestión. Dediqué buena parte de mi informe a demostrar que en la época del imperialismo las leyes que gobiernan los ciclos industriales siguen vigentes y que las fluctuaciones coyunturales serán una de las características del capitalismo mientras éste subsista: el pulso sólo se detiene con la muerte. Pero el ritmo del pulso, junto con otros síntomas, le sirve al médico para determinar si el organismo es fuerte o débil, sano o enfermo...” (Trotsky, 1977: 627-628).
Varga, el Polonio de la Komintern, se había plegado en estas cuestiones a las autoridades máximas de esta organización,6Bocca, el biógrafo de Togliatti, escribe: “se cuenta que el economista Varga un día preguntó a los camaradas del Comité Ejecutivo: Camaradas ¿debo escribir que el capitalismo se consolida o se está desmoronando? entre las cuales estaban Zinoviev, Bujarin y Bela Kun (Carr, 1973: 406; Trotsky, 1977: 670; Bocca, 1977: 228; Gorkin, 1975: 143). Indudablemente que las tesis del capitalismo “agonizante” y del imperialismo como “capitalismo de transición”, de Lenin y la visión catastrofista que impuso el fin de la conflagración bélica, con sus olas de agitación social, así como la visión de la revolución mundial “en unas cuantas semanas más”, permean el espíritu de la Komintern y la estrategia y tácticas de ésta en sus primeros años; pero un poco después, habiendo muerto Lenin y después de ser desplazado Trotsky de la dirección soviética, los “errores ultraizquierdistas” pero también los “derechistas” volverían a la práctica de la organización internacional, subordinando ésta a los vaivenes internos del Estado y el partido soviéticos.
Habiendo surgido como parte importante del “esquema estratégico de la revolución mundial de Lenin” (Claudín, 1981: 26), la Internacional Comunista pareció latir al unísono con aquélla en sus primeros años, pero al alejarse el espectro de la revolución, al irse apagando el fuego interno que la nutría, la organización se replegó sobre las bases sólidas que verdaderamente la sostenían (la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas [urss]).
La rusificación de la Komintern se acentuó después del tercer Congreso, las “teorías” en boga en ella en sus diferentes periodos provendrían de los dirigentes soviéticos que estuviesen en el poder (Carr, 1981) y de sus cohortes de seguidores (Carr, 1973: 180), soviéticos o “sovietizados”.7En el aparato de la Komintern ocuparon un papel desproporcionado de acuerdo con el tamaño e importancia de su país los finlandeses y búlgaros, por su dominio del idioma ruso y su adaptabilidad a la vida soviética, pero también los húngaros que en el verano de 1920 fueron expulsados de Viena y se refugiaron en Moscú y “formaron el núcleo de la nueva burocracia internacional”. Es necesario apuntar que, a pesar de que en la institución revolucionaria señalada militaron algunos de los cerebros más lúcidos de Europa y del mundo, la teoría marxista avanzó a grandes pasos hacia su parálisis a medida que se reforzaba la estalinización de la Internacional Comunista (ic). Bujarin es uno de los raros dirigentes que comienza a tener conciencia de esta situación, planteando en su informe sobre la ic ante el xv Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (pcus) la debilidad teórica de los partidos comunistas, una de las principales deficiencias de la Internacional, mientras que “la situación se ha hecho mucho más compleja y exige de los dirigentes un esfuerzo (teórico) mayor” (Claudín, 1981: 34).
6 Bocca, el biógrafo de Togliatti, escribe: “se cuenta que el economista Varga un día preguntó a los camaradas del Comité Ejecutivo: Camaradas ¿debo escribir que el capitalismo se consolida o se está desmoronando?
7 En el aparato de la Komintern ocuparon un papel desproporcionado de acuerdo con el tamaño e importancia de su país los finlandeses y búlgaros, por su dominio del idioma ruso y su adaptabilidad a la vida soviética, pero también los húngaros que en el verano de 1920 fueron expulsados de Viena y se refugiaron en Moscú y “formaron el núcleo de la nueva burocracia internacional”.