La guerra de divisas
En su afán de "crecer exportando", la mayoría de los países industrializados y algunos emergentes, que compiten en un mercado que la crisis ha reducido, aplican medidas para debilitar sus divisas, lo que acentúa los desequilibrios. El ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega acuñó el término "guerra cambiaria" 9 En general, se considera que la "guerra de divisas" se inició el 5 de octubre, día en que las medidas de los bancos centrales determinaron alzas en los mercados accionarios, y los inversionistas comenzaron a descontar los estímulos (QE2) que el Fed anunciaría un mes después. El Dow Jones avanzó 1.8%, alcanzando un máximo en cinco meses (10 944.72 puntos). El Nasdaq ganó 2.36%, llegando a 2 399.83 unidades. para referirse a este fenómeno.
No es posible que al mismo tiempo varios países promuevan el incremento de sus exportaciones como motor de crecimiento, subvaluando sus monedas. Si muchos países registraran al mismo tiempo superávit en cuenta corriente, se provocaría una declinación en el ingreso mundial, a menos que, como se señala en el Informe Stiglitz (onu, 2009: 111) eua estuviera de acuerdo en incrementar su déficit y en ser el "país deficitario de última instancia".
Así pues, la recuperación y la estabilidad globales están amenazadas por el temor de que movimientos como los de los años treinta del siglo pasado para subvaluar las monedas conduzcan a proteccionismo comercial, nacionalismo económico y creciente tensión internacional.
A fines de octubre de 2010, durante la reunión de ministros de finanzas y banqueros centrales del G20, eua clamó que no hubiera intervenciones en el mercado cambiario, en una clara alusión a China. Pero eua preparaba ya la expansión de su política monetaria anunciada el 3 de noviembre mediante la cual, para lograr un ritmo más fuerte de recuperación económica y ayudar a mantener baja la inflación, el Sistema de la Reserva Federal (Fed) compraría 600 mmd de valores a largo plazo hasta fines de junio de 2011.10 Para entonces, en los tres últimos años el Fed habrá comprado cerca de 2 billones de dólares en bonos para impulsar la economía estadounidense. Esa medida (QE2, Quantitative Easing 2) equivalió a bajar en medio punto porcentual la tasa de interés, por la cantidad de dinero que entró a la economía. La compra de valores y la consiguiente derrama de liquidez es una intervención para depreciar el dólar pues hay poca diferencia entre flexibilizar la política monetaria (bajando las tasas de referencia o proporcionando más liquidez), e intervenir en el mercado cambiario; ambas medidas debilitan la moneda.
La combinación de bajas tasas de interés y la especulación cambiaria, explica las alzas en los mercados bursátiles. Las bajas tasas de interés en los principales países avanzados a causa de su debilidad económica, provocaron que los flujos de capital privado de corto plazo se dirigieran a los países emergentes de Asia y América Latina en busca de mayores rendimientos. Con el estímulo cuantitativo en eua, buena parte de los dólares adicionales fueron a los países emergentes, lo que presionó aún más al alza los tipos de cambio y aumentó el peligro de que se formaran burbujas.
El exceso de liquidez provocó la apreciación de las divisas de esos países y una elevación en los precios de los activos, por lo que surgió el peligro de que se sobrecalentara su economía. Se requiere capital para aumentar la producción, pero cuantiosos y volátiles flujos de capital "golondrino" tienen graves implicaciones para la política monetaria y cambiaria, y en general para la economía del país de que se trate.
9 En general, se considera que la "guerra de divisas" se inició el 5 de octubre, día en que las medidas de los bancos centrales determinaron alzas en los mercados accionarios, y los inversionistas comenzaron a descontar los estímulos (QE2) que el Fed anunciaría un mes después. El Dow Jones avanzó 1.8%, alcanzando un máximo en cinco meses (10 944.72 puntos). El Nasdaq ganó 2.36%, llegando a 2 399.83 unidades.
10 Para entonces, en los tres últimos años el Fed habrá comprado cerca de 2 billones de dólares en bonos para impulsar la economía estadounidense.