Conclusiones y reflexiones en el marco de la reforma hacendaria
La descentralización del gasto público federal en México ha avanzado principalmente como un proceso administrativo durante los últimos años, principalmente por el lado de la aplicación del gasto sin la devolución de potestades tributarias, provocando un sistema asimétrico con una serie de incentivos perversos en la rentabilidad social del gasto.
Por otra parte, además de la importancia que representan las transferencias federales en el presupuesto de gasto de los gobiernos estatales y municipales, así como el efecto de dependencia financiera, es imperativo considerar como cualquier otro aspecto económico el incentivo en el margen. En ese sentido, lo sustantivo del financiamiento del gasto en el margen de los gobiernos locales es la devolución de potestades tributarias, devolviéndole al elector local el poder de veto sobre las acciones en cada nivel de gobierno; por lo que el riesgo de mantener una descentralización asimétrica deriva de los mismos incentivos que ésta implica y sobre el control inadecuado del gasto, de ahí que no basta descentralizarlo, sino proceder a transferir el control sobre el presupuesto y el control último es la devolución de potestades tributarias.
La fenomenología de la descentralización y su práctica por el gobierno federal es inversa a la evidencia internacional y a la literatura económica; es decir, ha sido supeditada para que mediante la desconcentración administrativa y la delegación de funciones se trastoque la distribución territorial de la renta, lo cual se observa en el presupuesto en educación y salud, toda vez que el gasto condicionado provoca que los estados de la Federación, además de actuar como agentes del gobierno federal en dichos rubros, presentan déficit recurrente en sus finanzas locales, puesto que las participaciones resultan insuficientes para compensar los requerimientos, responsabilidades y funciones que deben asumir los distintos órdenes de gobierno ante la sociedad.
Por otra parte, el caso del gpfa y de gpfi debe ser analizado en un marco de concurrencia ya que el sistema compensatorio es resultado de la gradual caducidad del sncf, lo que ha dado origen a paliativos que lejos de incentivar el esfuerzo y capacidad fiscal de los estados y municipios, buscan nivelar la balanza mediante procesos descentralizadores de gasto. Resulta entonces que el federalismo fiscal, entendido como el accionar armónico entre ingreso, gasto y deuda es paradójico y contradictorio, en tanto no permite el desarrollo de la Federación y menos aún garantizar los servicios básicos de infraestructura a la ciudadanía.
Si bien el sncf ha eliminado la concurrencia impositiva, en la actualidad la coordinación hacendaria debe buscar nuevas alternativas de ingresos, menores presiones financieras, mecanismos eficientes y competitivos para el financiamiento, así como el manejo de la deuda pública local; por ello, es imperativo modificar las bases constitucionales que den sustento a la descentralización hacendaria en competencias exclusivas y concurrentes.