El capítulo 4 está dedicado a presentar la dinámica de los clusters y "milieus" o ambientes físicos territoriales y sociales propicios para la inversión y la difusión de ideas para innovar. Parte de los análisis de la organización espacial de la producción y de las redes de conocimiento de los análisis pioneros de Adam Smith, de Schumpeter y Marshall, son también complementados con las aportaciones de Hudson (1999), Florida (1995), Maskell et al. (1998), Lawson y Lorenz (1999) y Dunning (2001), entre otros; detalla las condiciones particulares del desarrollo económico empresarial que han dado lugar a la formación de clusters, estimulados por la revolución de la información y la intercomunicación entre empresas y sus cadenas de producción. Todos ellos, así como su concentración y aglomeración, favorecen la difusión de los procesos innovadores y son elemento fundamental para el desarrollo local, regional y nacional.
El autor detalla también con numerosos ejemplos, el hecho de que es en la ciudad en donde las innovaciones se producen (p.105). Esto nos hace recordar los planteamientos que Jane Jacobs defendía en su libro emblemático Economía de las ciudades (Ediciones Península, 1975). No obstante, el autor termina ese capítulo señalando que es en el desarrollo institucional del territorio en donde las empresas localizan y desarrollan sus clusters, lo que determina el tipo de organización de la producción del sistema productivo.
Lo anterior, a nuestro juicio, es un planteamiento que varios autores, sobre todo anglosajones –Martin, Dunning, Scherer, Friedmann, entre otros– han subrayado, se refiere a destacar la participación del Estado (las instituciones, como Vázquez Barquero las denomina) como uno de los factores esenciales para impulsar o retrasar el desarrollo económico territorial y sectorial en los niveles local, regional y hasta nacionales, mediante el impulso o inhibición de las fuerzas innovadoras.
En el capítulo 6, el autor da una explicación detallada sobre la creatividad y las fuerzas innovadoras para el desarrollo técnico y científico. Aquí es donde establece un nexo muy interesante de lo que son las fuerzas endógenas del desarrollo con la participación de las instituciones (léase Estado, gobiernos o autoridades, más organismos internacionales y no gubernamentales), en lo que se refiere a las condiciones del desarrollo social, técnico y humano, requeridas por el capital para sus decisiones de localización y desarrollo, ya que es por todos sabido que la educación y el creciente entrenamiento del llamado "capital humano" aumentan las capacidades y el conocimiento de los individuos para participar en las actividades de producción y difusión del conocimiento. En todo esto, han tenido siempre un papel decisivo las políticas de los Estados nacionales y los gobiernos locales y regionales.