Palabras clave: Reestructuración productiva, competitividad/productividad, subcontratación laboral, flexibilidad del trabajo, precariedad laboral.
En la actual fase de expansión y redespliegue capitalista, el incremento constante de la competitividad ha dado lugar a diversas estrategias empresariales para alcanzar el objetivo de incrementar la productividad y reducir al mínimo los costos de producción. Con ello se ha pretendido sortear los problemas que enfrenta la valorización del capital desde fines de la década de los sesenta del siglo recién pasado.
Estas estrategias pueden agruparse básicamente en dos niveles: uno, los cambios que realiza una empresa para organizar su proceso productivo, y dos, las modalidades que está asumiendo el uso de la fuerza de trabajo, comúnmente asociados al concepto de flexibilización laboral.
En ambos casos, se trata de estrategias "adaptativas" 1 La capacidad de adaptación se refiere a los cambios o reorientaciones en la forma de fabricar nuevos productos o servicios y a los cambios en los procesos de trabajo y en las tecnologías incorporadas, que permiten a las empresas ofertar bienes y servicios de la calidad y precios que requiere la creciente competitividad internacional. definidas por el capital, las que en particular en la región latinoamericana han avanzado a partir de la desregulación del mercado de trabajo, de los mecanismos institucionales instrumentados para debilitar a los sindicatos, así como a las políticas económicas neoliberales de apoyo al patrón exportador en curso.
El objetivo de este trabajo es mostrar el fenómeno de la subcontratación laboral en su modalidad de terciarización —o de suministro de trabajadores– como un mecanismo al que recurren las empresas principales (o mandantes) para obtener fuerza de trabajo sin tener que pasar por las "engorrosas" negociaciones que implican el ser empleador directo, función que es asumida por otras empresas (contratistas) que proporcionan trabajadores [Echeverría y Uribe, 1998] "dispuestos" a aceptar condiciones cada vez más precarias de trabajo.
En Chile, este fenómeno ha crecido de manera significativa en los últimos 19 años y constituye uno de los pilares fundamentales del "exitoso" modelo exportador. En este sentido, me parece importante mostrar las tendencias enunciadas a partir de este caso en concreto.
Por lo general, cuando se habla de flexibilización o subcontratación laboral, se tiende a mostrar la forma concreta que asumen estas relaciones de trabajo. Sin embargo, poco se enfatiza en cuestiones que deberían estar en el centro del análisis: cómo ha cambiado la forma de producción y expansión del capital que requiere y hace posible que surjan nuevas formas en la relación capital-trabajo, es decir, en la forma de uso y contratación del mismo; cómo el Estado a través de la política económica neoliberal, y en particular, vía la política laboral ha venido apoyando la forma en que se está valorizando el capital.
Las transformaciones productivas que se están visualizando apuntan a la configuración de un nuevo modelo o patrón de reproducción liderado por grandes empresas trasnacionales, las que a partir de las llamadas cadenas de valor eslabonan y articulan la producción a nivel mundial.
Las grandes empresas trasnacionales utilizan la fragmentación productiva como una estrategia de crecimiento que les permite obtener ventajas de gestión, establecer líneas de comunicación intrafirma eficientes, acceder a procedimientos más dinámicos para reaccionar rápido a los cambios en los mercados, mayor nivel de creatividad y diseño, mayor adaptabilidad tecnológica e integración de manera sistémica y complementaria a empresas de distinto tamaño y origen para la producción de partes o ensamblaje de un bien final, bajo estrictas normas de calidad y cumplimiento en los plazos de entrega [Gatto, 1990]. 2 En términos generales, se podría observar que en el centro las corporaciones están cambiando de una producción de alto volumen a una de alto valor. En vez de una pirámide, en la que el poder se concentra en las sedes de las empresas trasnacionales y donde existe una cadena vertical de mando, actualmente las redes de producción global se parecen a una telaraña de empresas independientes, pero interconectadas. Las empresas del centro actúan como agentes estratégicos en el corazón de la red, controlando la información importante, las habilidades y los recursos necesarios para que la red global funcione eficientemente [Reich, 1993].
1La capacidad de adaptación se refiere a los cambios o reorientaciones en la forma de fabricar nuevos productos o servicios y a los cambios en los procesos de trabajo y en las tecnologías incorporadas, que permiten a las empresas ofertar bienes y servicios de la calidad y precios que requiere la creciente competitividad internacional.
2 En términos generales, se podría observar que en el centro las corporaciones están cambiando de una producción de alto volumen a una de alto valor. En vez de una pirámide, en la que el poder se concentra en las sedes de las empresas trasnacionales y donde existe una cadena vertical de mando, actualmente las redes de producción global se parecen a una telaraña de empresas independientes, pero interconectadas. Las empresas del centro actúan como agentes estratégicos en el corazón de la red, controlando la información importante, las habilidades y los recursos necesarios para que la red global funcione eficientemente [Reich, 1993].