Todas las economías crecen cíclicamente, por lo que habrán períodos de auge y otros de recesión para mitigar el ciclo económico y lograr que estas fases no sean tan pronunciadas, y además, que la cima se alcance con un crecimiento del PIB cada vez mayor. Se han utilizado, desde la crisis de 1929, instrumentos de política fiscal y monetaria.
Por lo que corresponde al ámbito fiscal, ¿cuáles políticas anticíclicas se utilizan? Cuando las economías están en la cima, que es el punto donde las empresas trabajan a toda su capacidad y una gran parte de la fuerza de trabajo está ocupada, suelen aumentarse los impuestos y recortar el gasto público, con el objetivo de evitar que la economía se sobrecaliente. Por el contrario, cuando la economía está en el fondo, que es el nivel más bajo del ciclo económico, disminuye el PIB, lo cual implica cierre de fábricas o paros técnicos, además, el desempleo es altísimo. Para revertir esta situación, las políticas probadas son disminuir los impuestos y aumentar el gasto público. Con el recorte de impuestos, se busca que a la sociedad le queden más recursos para gastar y, con ello, se aumenta la demanda de bienes y servicios, que a su vez impulsará la producción al alza. Por el lado del gasto público, al aumentarlo también redundará en una mayor demanda de bienes y servicios, con lo que se reactivará la producción.
En la crisis actual, precisamente estas son las políticas instauradas por la mayoría de los países en todos los continentes, mismas que les están permitiendo iniciar la fase de recuperación económica. El paquete fiscal propuesto para 2010 en México ¿está orientado a promover el desarrollo económico?
La primera cuestión que habría que resolver se refiere a si es el momento de aumentar los impuestos. Como ya se señaló, para reactivar la economía se requiere dejar el dinero en el bolsillo de los ciudadanos con el fin de incrementar el consumo de bienes y servicios, y ante una mayor demanda, se reactivará la producción; sin embargo, el paquete fiscal plantea el aumento de impuestos.
Una vez que la autoridad hacendaria decidió incrementar gravámenes, la segunda cuestión a resolver es a quién se le cobra. Es importante tomar en cuenta que los impuestos básicamente se clasifican en impuestos directos, como el impuesto sobre la renta (ISR), e impuestos indirectos, como el impuesto al valor agregado (IVA). En el primer caso, son impuestos que se cobran en función del patrimonio, del ingreso o riqueza del contribuyente, por lo que pueden ser progresivos, ya que es factible que quienes tengan más ingresos sean los que aporten una mayor cantidad al fisco. Los impuestos indirectos gravan al consumo, y su característica principal es que se trasladan en el precio del bien o servicio al consumidor, de tal manera que el comprador es quien paga el tributo, independientemente de su nivel de ingresos. Es por esta razón por lo que este tipo de tributos por naturaleza son regresivos, especialmente si gravan bienes de consumo necesarios, como son alimentos y medicinas.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2008), 10% de la población más pobre destina 53% de sus ingresos a la compra de alimentos y medicinas, mientras que para 10%, la más rica, este tipo de gastos solamente representa 24% de su ingreso.