Crisis y deterioro de la alimentación en México |
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Dr. Felipe Torres Torres1 |
Se trata de mostrar que la más reciente crisis de la alimentación en México, reflejada en un repunte sin precedentes de los precios de los alimentos básicos en un lapso muy corto, dentro de la etapa del llamado modelo de libre mercado en México, se superpone a una crisis estructural que tiene, por lo menos 40 años manifestándose, e impacta en el consumo y está relacionada con el deterioro del ingreso que ha repercutido en el gasto y, por ende, en los niveles nutricionales. Se deriva de aquí que el reciente repunte de los precios no es sino la expresión de la vulnerabilidad alimentaria ya crónica
Durante el segundo trimestre del 2008 se reconoció, de manera oficial, la presencia de una nueva crisis alimentaria en México. Entre las causales más relevantes que intentan explicar su detonación se encuentran el incremento del precio de los granos a nivel internacional, el anuncio de Estados Unidos sobre el desvío de granos para la producción de etanol, el repunte del consumo en China y la India, el incremento de los precios de los energéticos, además de diversos y continuos desastres naturales a nivel internacional que llevaron a múltiples reconveniencias de precios en los mercados a futuro.
Si bien diversos de esos elementos que llevaron en un lapso muy corto a una espiral de precios sin precedentes de los alimentos básicos dentro de la etapa de economía de libre mercado en México, pueden ser válidos, lo cierto es que se trata de una nueva crisis superpuesta a otra de tipo estructural que se presenta desde hace, 40 años por lo menos.
Dicha crisis, esta implicada en los roles marginales que asumió la agricultura dentro de un nuevo modelo de crecimiento económico en el que se optó por importar granos, aprovechando una baja del ciclo internacional de los precios, pero que llevaron posteriormente a un colapso de la producción interna, la descapitalización del campo, el abandono de la asistencia técnica, el desmantelamiento del crédito y un atraso evidente en la productividad y los costos de producción que se hicieron más evidentes con la implementación de un tratado de libre comercio (el cual incluye a la agricultura), con dos de las principales potencias agrícolas a nivel mundial. Lo más grave de ello ha sido el incremento de la pobreza rural, la dependencia externa y una vulnerabilidad manifiestas en los niveles de seguridad alimentaria.
Más allá de escudriñar en los factores criticados de la estructura de la producción agrícola, nos interesa destacar aquí cuáles han sido los principales saldos en cuanto al acceso a los alimentos y cómo afectan en los niveles de consumo y por ende, en la nutrición de la población, en la medida que pueden ser factor de mayor inestabilidad económica y peor aun, de un descontento social sin precedentes en el nuevo modelo de economía de libre mercado.
a) Agricultura y alimentación: un destino ineludible entre México y Estados Unidos.
La desaceleración de la economía de EU tiene una afectación directa sobre la agricultura y las condiciones alimentarias en México. Esto se debe a que dependemos cerca del 40% de la importación de los alimentos que consumimos y poco más del 80% del comercio agrícola lo realizamos con ese país, pero en condiciones desiguales. A ello se suman diversos elementos de tipo coyuntural como son la decisión de EU de destinar un porcentaje importante de su producción de granos, especialmente de maíz donde somos más vulnerables, a la generación de biocombustible, junto con la notoria disminución de subsidios de apoyo a las actividades y el comercio agrícolas que inciden en el repunte del precio internacional de los granos.
En sentido contrario, México no puede aprovechar las ventajas del debilitamiento de la moneda en EU para colocar sus productos de exportación en aquel mercado, en la medida que resultan más competitivos y por lo tanto constantemente se ven penalizados, más actualmente, por factores extracomerciales, entre ellas la aplicación ventajosa de reglas fitosanitarias al aguacate, jitomate, entre otros. En cambio se incrementa de manera importante el valor de nuestras importaciones, lo cual no solo tiene implicaciones territoriales en la medida que ninguna región agrícola del país se salva de ello, sino también para la seguridad alimentaria interna.
1Investigador Titular del Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM.
Vol. 1, Núm. 0, mayo-agosto/2009, ISSN: en trámite
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