Felipe Torres en La espiga, escultura de Rufino Tamayo.
Fotografía de la colección del Instituto de Investigaciones Económicas. (25/sept./2008).

Semblanza


Concibo a la investigación como una tarea integrada a una forma de vida. Plantear un problema, definir una hipótesis o aplicar una metodología, son los puntos nerviosos de la creatividad que reta cada momento nuestros verdaderos alcances; es el momento vivo de la intimidad intelectual que no puede ser engañada o traicionada . Nada se paga más caro que simular un talento que no se tiene y nunca se alcanzará porque ni nosotros mismos nos reconoceremos, con el tiempo y al final queda el vacío de ignorar e ignórasenos. Dominar la armonía del marco teórico lleva hacia un éxtasis que solo puede ser superado con la magia de ver los resultados impresos. Y es el momento cumbre de la sinfonía más hermosa del mundo jamás escuchada.

Me inicié en el placer investigación, a la que jamás he llamado trabajo, hace ya más de 25 años y desde ese momento nunca nos abandonamos. Cuántos hojas rotas que no se publicaron y solo sirvieron para alimentar nuestra íntima desesperación; cuántos problemas planteados que quedaron en el olvido por inviables. Pero un día pequeño como la existencia, los retos de interpretar la realidad son ya la esencia que nos alimenta aún en el más profundo de los sueños.

De esa manera llegué al estudio de los problemas de la alimentación y el desarrollo, con esto me quedaré hasta el momento que la vida ya no sea vida.

felipet@unam.mx




Vol. 1, Núm. 0, mayo-agosto/2009, ISSN: en trámite D.R. © Dimensión Económica, Revista Digital
Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM, Ciudad Universitaria, México D.F.
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