Crisis y deterioro de la alimentación en México

Dr. Felipe Torres Torres

Resumen

Introducción

La alimentación en México...

La transformación de ...

Conclusiones

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La alimentación en México como condición del ingreso

Si aceptamos que 1980 es el vértice tanto de la apertura externa como de diversas turbulencias en la economía mexicana para cuya solución se aplicó, entre otras medidas, un estricto control salarial para revertir el problema inflacionario -el cual incide después en la disminución del poder adquisitivo sin resolver el incremento en los precios en los alimentos más allá de los índices inflacionarios oficiales-, encontraremos, a partir de aquí, un fuerte paralelismo con la nueva fase de recomposición y deterioro de las condiciones alimentarias.

La crisis recurrente que presenta la economía mexicana a partir de 1980, ha generado que ese deterioro del poder adquisitivo repercuta entre la población asalariada en general, y principalmente, en los tres deciles de ingreso más bajos, lo cual contrasta con una permanente concentración de la riqueza en los tres estratos de ingreso más altos. Sin embargo, los puntos realmente significativos de concentración ocurren en un vértice muy reducido que la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) no pueden expresar a detalle.

Ambos fenómenos, crisis y apertura económica inciden en la transformación de las condiciones alimentarias de la población en México, tanto por lo que implica la apertura en el consumo de productos con características diferentes a los hábitos locales como por el hecho de que en mercados abiertos, el deterioro del poder adquisitivo no es restricción determinante para acceder a las nuevas ofertas, de las cuales un amplio número se destina al consumo popular. Un repaso a las ENIGH refleja esa tendencia.

El análisis de trayectoria de los datos de las ENIGH en lo referente al ingreso y el gasto en alimentos durante el periodo 1984–2006, sobre la base de los productos que consumen los diversos estratos así parece mostrarlo. Una primera aproximación es mediante la observación del comportamiento de la distribución del ingreso.

Con la aplicación del Coeficiente de Gini, dichas trayectorias manifiestan desde 1984 una concentración superior a 50% del ingreso nacional en los tres deciles más altos de la población (Gráfica 1). Este comportamiento si bien presenta ligeras oscilaciones porcentuales para algunos años, finalmente establece las diferencias en la dinámica de las transformaciones alimentarias vinculadas con la oferta dominante y las posibilidades de gasto en economías abiertas. Si bien los estratos medios influyen en las dinámicas de la oferta, sobretodo de productos vinculados con la llamada "comida rápida", dicha influencia se ve limitada por restricciones en el consumo ante su alta vulnerabilidad a las oscilaciones en el ingreso.

La encuesta de 1984, correspondiente a una fase todavía incipiente de la apertura económica y de una menor polarización en la distribución de la riqueza que se agudizaría después, deja claro que la distribución del ingreso en México representa un problema estructural, que se traduce en mejores o peores condiciones de acceso a la alimentación. Para ese año, más de 60% del ingreso nacional se concentró en los tres deciles superiores y poco menos de 10% en los más bajos. La situación no se modificó para 1989 en que este indicador mostraba la misma tendencia. Lejos de ello, el decil superior amplió el margen de participación de 32 a casi 38%, mientras que los tres deciles inferiores bajaron su participación a menos del 8 por ciento.

Dicho Coeficiente muestra un desempeño más equilibrado en el segundo año de levantamiento, pero esto no implica una mejor asignación hacia los estratos más pobres, más bien, los estratos intermedios observaron una ligera mejoría aunque esta situación no se sostuvo de tal manera que se reflejara en un ascenso en sus condiciones de vida. Por otra parte, los estratos intermedios generalmente no sacrifican el gasto alimentario de manera importante, al contrario, son los más dinámicos en cuanto a incorporar al consumo productos novedosos, sobre todo aquellos que no requieren demasiada elaboración en casa en la medida que están limitados de tiempo por otras actividades. Es decir, no influyen de manera decisiva en las dinámicas de la oferta global alimentaria, pero sí en las transformaciones del patrón de consumo.




Vol. 1, Núm. 0, mayo-agosto/2009, ISSN: en trámite D.R. © Dimensión Económica, Revista Digital
Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM, Ciudad Universitaria, México D.F.
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